sábado, 3 de noviembre de 2007

SUPERVIVENCIA



Bocas
como puertas
con el estupor entreabierto
Nucas
quebradas
mirando el cielo
De repente nada
de repente otra vez
Y volver a morir
morir a repetición
morirse antes
y después de la sangre
y devorarse a gritos
el mirar sin párpados
y detonarse el alma
para conservar la carne
Esconderse
esconderse en un agujero
en una sombra
esconderse de una mira
de una ventana
de un espejo
Y respirar con respiración giba
respirar piel y arterias
respirar dolor y escombros
escombros de piedra y huesos
escombros de historia y partos
escombros de tierra y tiempos
Respirar
siempre respirar
tumultuosamente
Tropieza el aire adentro del cuerpo
y fuera de los labios
Todo tropieza
y deja a la existencia
a punto de caída
a punto de ser nada
tropieza la muerte con cada latido
tropiezan los abismos
detrás del horizonte
Respirar
Respirar las manos secas
los rezos vacilantes
la masa de condenas
que explota en todos lados
Respirar
la inercia de lo inerte
el grito genocida estrellado a puño
en una mesa lejana
Respirar
aunque todo se ahogue







ÉL ESTABA POR IRSE


La vio
todo se hizo estruendo
él estaba por irse
despacio
conforme
sin dolor
La vio
en una traición de la agonía
en una pulsión de sueños
Estaba por irse
cómodo
repetido en los días
adherido al silencio
La vio
y el tiempo empezó a brotar
con su cara
pero él estaba por irse


CONFESIONES DE NARCISO

Voy a desaparecer
de cualquier aparición
en tu retina
de esa tozudez de gotera
que tiene tu intento
No sabés quién soy
soy automático
como un rifle
como una puerta
como un golpe
como la fascinación
de la que pretendo expulsarte
Soy libre
librepensador
libretirador
libreprovocador
librevomitador
Soy independiente
prescindente
despreciante
Soy sin vos
sin cualquiera
Te sujeto afuera
lejos
dondeno aparezco
donde un eco de mis sombras
aplasta
tu voluntad de buscarme
No voy a aceptar
la ofrenda de tus manos
llevando mis palabras a tu pecho
ningún recuerdo
tendrá a mis labios
en tu voz
Soy la decisión de tu silencio
Soy la orfandad de tu regazo
Soy un espejismo
que impregna tu piel
Soy un envoltorio del desamparo
Pero debo confesar:
que tengo a tu imagen
formando una desesperación escalonada
en mi garganta
un recuerdo explota al nombrarte
quisiera tener ese momento
de tu caricia preñada de anticipaciones
Sin embargo
debes creerme
todo sería inútil
Por eso te exilié de mis huellas
Por eso soy una cifra
siempre impar
siempre única
desacompañada
quebrada en una pieza
en una rajadura
en una ranura de vacío






SECUENCIA DE LA COSTA








A la noche bajaron del auto. La llevaron de los pelos.
Le golpearon la cabeza. La tiraron al piso. La tiraron por
la escollera. La vieron caer. Subieron al auto. Se alejaron.
No volvieron. No estuvieron. No pasó nada... Mejor. Ella sola
frente al mar es devorada por una ola. Desaparece y se funde
con el horizonte. Él nada horizonte arriba y la rescata. En la
superficie son dos desconocidos. Se hunden en el mar para
encontrarse nuevamente. La noche es tibia, la costa vacía.
Un hombre llegará despacio. Sentirá la arena con la desnudez
de sus pies cansados. Escuchará más cerca lo que antes era lejos,
era desesperado, era nunca. Se quedará inmóvil. Debajo de la
noche. Envuelto en tibieza. Solo. Con los ojos muy abiertos.
Así, una vez quieto. Lleno de mar en sus oídos. Sonreirá a
contraviento y se irá despacio.
Crece la luna en la profundidad de la noche y llena de luz el
movimiento de las aguas. Un anciano llega a la playa con lo que
le queda de verticalidad. No tiene una mirada desafiante. Le cuesta
abrir los ojos. Abre su mano. Así permanece largo rato. Cuando
comienza a caminar su mano abierta se llena de memoria. Ya no
pertenece a la noche. Ahora me estoy viendo. Es curioso. Me veo como
si no estuviera. Veo que camino cerca del agua. Veo que me detengo y
me siento sobre la arena. Me veo ajeno.
Inmediatamente recuerdo que siempre me veo ajeno.
No hace frío. Alguien viene. Algo de mar alcanza a rozarme. Suave
y vaporoso, parece un rocío rasante.
Alguien todavía está lejos.
Otra vez me veo. Veo mis ojos de vidrio como dos ventanas que te
buscan. No sé por qué, tomo un puñado de arena. Lo aprieto mientras tu
recuerdo se pone rojo.
Ahora el mar está quieto y brillante. Alguien está más cerca. Mis ojos
aún de vidrio se vacían sin encontrarte. Con el mar de frente, imagino que
alguien tiene tus pasos.



SOLO LA DESESPERACIÓN

incrustada en un carozo
en un cenicero
muy manchado
como la esperanza
oráculo remiso altivo
que apenas sostiene un grito
con sus tentáculos postrados
sus talismanes sordos
y el suelo que se clava en mi piel

No aprendí ningún paisaje
y la ventana tan alta
Entonces pienso que si aprendiera algo
tarde
dejaría de ser tarde
del más inapelable de los mandatos
surgiría una prorroga misteriosa
algún empréstito de aire
un tiempo menos extremo
que el de la rotura
una liberación
para la gravedad
pegoteada
como una garra
en mi transcurrir moroso

Solo la desesperación
si pudiera preguntar
preguntar es resistir
es
una melodía abierta
soplarse en las palabras
como una fuga suave
y existir fuera de mí

La ventana
el paisaje
el aire
las preguntas
que poco aprendí
Quizá poco
sea peor que nada
mas incompleto
menos fértil
triste
menguante

Los grises que circundan
al ras de mis ojos
buscan un lazo
en el resto de mi cuerpo
los desafíos divagan
en una distancia dura

ESCRITORES INVITADOS

POEMAS INÉDITOS DE LILIANA CHAVEZ
No encuentro hangar vacío
para mis alas
cansadas alas en herrumbre
amanecidas
Sólo rastros extraviados
encuentro
cristales que silban
sus roturas,
cortezas de humo, rabia
sobre mi tiempo
derramada.
Mi vuelo, un antiguo cuerpo
indescifrado.

No muy lejos
las orillas
se tornan infinitas
La vida
reclinada
deja que la arena
seque la memoria
en intemperie
y el instinto apague
el monólogo
de los últimos días.




Aquí, en esta tierra
donde ya nadie canta
canciones de cuna
ha nacido un alma prematura.

No tiene cristalino,
ninguna luz le llega
como el delfín del Ganges
tendrá por destino aguas turbias.

Poco habrá de sobrevivir
si dejan su nombre atrás,
si la dejan inhalando estiércol
si nadie le advierte del barranco.

Una brisa mientras pienso se levanta,
hace de hojarasca un nido,
y el alma inocente oye en aquel crujido
una canción de cuna
ignorada del mundo.